En esta ocasión GOZARTE nos acercó junto con nuestros hijos a la historia de Zaragoza, desde la época de los romanos a las Goyescas pasando por San Jorge, elementos que no pueden faltar en un recorrido turístico que se precie por nuestra estupenda ciudad.
Los niños se pusieron sus trajes de detectives, eligieron su mejor lupa y se pusieron manos a la obra para descubrir pequeños tesoros gracias a las pistas de nuestro guía.
La primera pista, una corona de laurel dorada, nos llevó a la estatua del Emperador Cesaraugusto, tan alto, tan fuerte, tan guapo…………en fin, que daba gusto verle. Lástima que nos enteráramos, al más puro estilo “Cuore”, que en realidad el romano era delgadito, cheposo, de nariz aguileña y no tenía nada que ver con las estatuas que de él se hacían. Vamos, que lo de los famosos con el photoshop viene ya de la época de los romanos.
La siguiente pista nos hablaba de un precioso escudo con cuatro cuarteles y así terminamos todos en la Iglesia de San Cayetano. Allí nos enteramos de la historia de la estrella que guió a Iñigo de Arista para encontrar y ajusticiar a sus enemigos; del árbol de Aínsa en el que se apareció una cruz que fue la señal y acicate para que los cristianos vencieran a los musulmanes, germen del Reino de Aragón; de las peripecias de San Jorge para salvar a la princesa de ser devorada por un dragón; de la falsa historia de la bandera de Aragón con los dedos ensangrentados dibujando listas en un escudo dorado (en realidad se corresponden a los colores del Papado que dio el visto bueno a Sancho Ramiro en la creación del reino). El cuartel de las cabezas musulmanas nos lo saltamos por no ser apta para las cabecitas inocentes de nuestros niños, eso sí.
Continuamos buscando una torre inclinada que ya no existe en la Calle Torrenueva y que nos trasladó siglos atrás a la época en la que Zaragoza era conocida como la ciudad de las cien torres. Recordamos esa torre por el hueco que nos dejó, siendo testigo del paso del tiempo una estatua con un niño que mira donde otros tiempos se erigió la torre.
En la plaza del Pilar descubrimos a Isabel de Portugal, nieta de Alfonso I que fue casada con un rey oriundo de nuestro país vecino. Era una reina buena, buenísima, como de cuento y socorría a los pobres dándoles alimentos y monedas, cosa que enfurecía a su marido. Y tanto le disgustaba la caridad de su mujer que un día la hizo seguir y la sorprendió entregando monedas a los desfavorecidos. Ella se escondió el dinero en la falda y se excusó diciendo que sólo estaba recogiendo flores. Dicho y hecho, las monedas se convirtieron en flores, salvándola así de las represalias de su marido. Es por eso que siempre se la representa con flores en el regazo.
Lo siguiente a encontrar en plena Plaza de las Catedrales fue un león. Un león brioso, rampante y espléndido. No os equivoquéis, que no se trataba de los leones que custodian el puente de piedra sino de la bandera que ondea en el Ayuntamiento de la ciudad. Este símbolo viene de los tiempos en que el Rey de León fue requerido por Alfonso I para reconquistar la ciudad y posteriormente adiestrar en cuestiones de estado al hijo de Alfonso I para cuando llegase el momento de su sucesión. El caso es que una vez terminado el periodo formativo el rey leonés se resistió a dejar la ciudad marchándose finalmente pero dejándonos el León como testigo de su paso por el reino, quedándose como símbolo de la ciudad que perdura hasta hoy día.
La siguiente pista, un atuendo propio de una goyesca, nos llevó al rincón de la plaza en la que varias figuras goyescas descansan al pie de una fuente refrescante. Nos habló del tiempo en que no estaba bien visto que los chicos y chicas hablasen entre ellos y tenían que recurrir al lenguaje de los abanicos. Entre golpe en pecho, ahora lo abro, ahora lo cierro, ahora me tapo la sonrisa, ahora la descubro, se pasaban la tarde de cháchara sin que nadie se enterara….y en silencio.
Y finalmente llegamos a la última pista: un fotógrafo de calle que tienen un caballito pequeño para que los niños salgan retratados en plan jinete. Pues sí, nos fuimos a la parte trasera de la Lonja y allí los niños, pacientemente guardaron su turno para posar subidos al caballo igual que se hacía hace 100 años.
Y aquí terminó el recorrido y volvieron a la bolsa la corona de laurel, la espada de San Jorge, la corona de la princesa, la cabeza del dragón, la corona del rey, la cabeza del león y el abanico de goyesca.
Ahí os dejo unas fotos, espero que a todos os gustara la excursión y a los que no pudisteis venir, que la próxima vez nos veamos.
Estan genial este tipo de excursiones que haceis. La verdad es que desconocía algunos de los datos históricos que nos fue contando el guía. Y todo ello adaptado a los más pequeño. ¡Un lujo!
ResponderEliminarSolicito su autorizacion para publicar su foto en http://caballitodelalonja.blogspot.com.es/
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